sábado, 12 de julio de 2008

y ahora....¡El Pequén!


El Pequén es una variante de la empanada estrechamente ligada a la historia social de Chile. Esta "delikatessen" de la cocina popular nació en los poblados misérrimos de Lota durante le época de la explotación de las minas de carbón (léase Subterra, de Baldomero Lillo). Los patrones a sueldo de "honorables" familias inglesas, explotadores despiadados, vampiros de sangre obrera, no conformes con los salarios miserables que pagaban, lo hacían además mediante fichas que remplazaban al dinero, y que servían para que los mineros comprasen lo imprescindible para sobrevivir en tiendas -pulperías- de propiedad de la misma empresa propietaria de las minas, y naturalmente los precios eran desproporcionadamente altos.

Las minas de carbón de Lota eran largas galerías que se internaban hasta 90 kilómetros bajo el mar. La seguridad laboral no existía, cuando no eran las explosiones de grisú las que mataban a cientos de mineros, eran los derrumbes, el mar, el Pácifico gélido entraba a torrentes en las galerías, y otros cientos de mineros morían ahogados.

Sin embargo de las durísimas condiciones de trabajo, de la misma manera que lo hacían a miles de kilómetros de distancia los mineros del carbón asturianos, los mineros de Lota se entregaban a la organización social, política y cultural, y entre la miseria florecían los ateneos obreros, las bibliotecas y teatros. Parte del activismo cultural eran los cursos de cocina que se realizaban en verdaderas universidades de la cocina de los pobres.

En ese marco nació El Pequén. El dinero no alcanzaba para el ritual de los domingos con empanadas tan caro a los chilenos, los mineros casi no probaban la carne, pero el ingenio de los obreros y sus aguerridas mujeres creó esta empanada de los pobres, que no lleva carne, pero es sabrosa, muy sabrosa. Tiene sabor a lucha y a esperanza.

Los ingredientes de la masa del pequén son los mismos de la empanada . El pino del pequén es de cebolla, pura cebolla, y se prepara de la siguiente manera:

Para una docena de pequenes se necesitan seis cebollas blancas grandes, tres o cuatro dientes de ajo, 125 gramos de manteca de cerdo ( o grasa empella si está en Chile), una cuchara sopera de orégano, una cuchara sopera de "ají de color" llamado también pimiento rojo en polvo, dos ajíes "Cacho de cabra" o "Putas parió" ( si usted vive en europa use el pepperoncini italiano, que es también vendido como pimienta de Cayena) secos, una cucharita de sal y unas hojas de laurel.

La cebolla se corta a pluma, no se pica como ocurre cuando se hace pino de empanadas, el ajó en cambio se pica lo más fino posible.Se pone la grasa a derretir en una sartén, cuando está muy caliente se agrega la cebolla , el ajo, las hojitas de laurel y el ají de color, se fríe todo removiendo para mezclar los sabores con una cuchara de madera, y se va agregando el orégano, y el ají. Cuando la cebolla está casi blanda -es importante no freirla hasta el punto de quedar crocante, disuelva dos cucharas soperas de harina en una taza de agua hervida , la sal, y revuelva hasta que no queden grumos. Esa leche de harina se vuelca a la sartén, se remueve bien, maldiciendo a los Mc Iver, a los Cousiño, y a todos los miserables que explotaban a los mineros del carbón.

Luego se arman los pequenes en la tabla de amasar, siguiendo los mismos procedimientos de la empanada de horno. Puede usted darles otra forma siempre que ya sea hábil y ducho con la masa. La bandeja de pequenes va entonces al horno (ojalá de leña) y salen cuando la masa está dorada.

El pequén se acompaña de vino tinto, nunca en copa, sino en un vaso tosco, vaso de taberna proletaria. El pequén se come de pie, en la cocina, en una mano el vaso y en la otra esta joya de la gastronomía popular, rodeado de los parientes, de los hijos y los nietos, es decir, a salvo, y ojalá en un día de lluvia. Si es así, entre pequén y pequén, entre trago y trago, recuerde los versos de don Pablo de Rokha : " Está lloviendo, está lloviendo, está lloviendo/ ¡ojalá que siempre esté lloviendo! / y los caminos del sur de la república asesinada/ se cierren como puños o bocas de lobos/ y no transite por ellos más que el hombre proletario"

12 comentarios:

Miss Linda dijo...

Qué maravilla de Blog. Gracias Luis, asdemás de ser ese gran escritor eres también un generoso cocinero. Hace años probé los "pequenes" en el mercado central de Santiago de Chile y yo, que soy fanática de las empanadas, quedé encantada con esa variante tan especial y tan rica. Una vez quise hacer pequenes y no me resultaron, ahora sé qué me faltó: el ají de color, así que este domingo habrá por fin pequenes en casa.
Un gran beso, Luis, y por favor sigue compartiendo con todos tus secretos culinarios, y por favor, tú Mario delgado continuen con Los Hermanos Grim
desde Madrid
Lidia

Drusilla Salome Draco dijo...

Maravillosa receta y maravilloso blog, me muero por probarla, pero en mi chile querido bajo la lluvia de mi sur profundo, Osorno en la memoria de una chilena viviendo en Canarias donde la lluvia es solo una sonrisa...lo primero que hare al visitar mi tierra son tus pequenes y tu fabulosa receta de masa cocida, gracias por traerme una brisa de historia, la historia prohibida que nadie nos conto a nosotros la generacion del ochenta

Alias dijo...
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Alias dijo...

Sabroso el pequén, sobretodo si está condimentado con un discurso de historia proletaria...y por supuesto, hay que comerlo maldiciendo a todos los modernos chupasangres que infectan este país.

EQUIPAMIENTO GASTRONOMICO dijo...

hermosa receta!!! soy oriundo de la zona del carbón, hijo de minero y de familia de mineros, soldado de los pirquenes a mis 13 años!!!! hasta que salí de Curanilahue a mis 18!! me encantó el relato y por supuesto la receta!!...y el ritual de la harina con las maldiciones, NOTABLE!!!

Unknown dijo...

llegue acá después de escuchar "violeta ausente" de violeta parra.
ella menciona el pequén en el coro.
^-^ gracias por la receta.

Alias dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alias dijo...

En el ala sur del Mercado Central, en Santiago, está Pequenes Nilo, los probé y estaban exquisitos; es la única pequenería que subsiste en esta modernidad. https://www.facebook.com/photo.php?fbid=4384990344323&set=a.4384989344298.179709.1275204140&type=3&theater

Unknown dijo...

Voy a hacer pequenes y vamos a seguir el ritual, lo único eso sí es que el vino va a tener que ser en copa.
Muchas gracias, qué lindo el blog...

Isabel dijo...

Maravilloso blog! Te pasaste!

Caro dijo...

A 30 km de Santiago está Lampa, donde increíblemente aun se ve fauna silvestre. Hoy vi una pareja de pájaros y luego de consultar con mi hermana que estudia veterinaria supe que eran pequenes. Inmediatamente me acordé de la canción de Violeta Parra y quise averiguar a que se refería. Gracias a este notable blog lo supe y aprendí de nuestra historia. Agradezco de todo corazón el relato

Anónimo dijo...

colombiano proletario, afincado en Chile hace 17 años, amante de la música de Violeta Parra, en Voleta ausente cantaba que quería entrar al mercado y comerse un pequén. Así que en cuanto pude me fui al mercado, pero no pude saciar mi curiosidad porque no encontré dónde lo vendieran. Ayer los hice y quedé encantado con esta receta, tan simple y tan sensacional. lo único que cambié, aunque no le cambió el sabor, fue que al amasar maldije a todos los vende patria que están destruyendo a mi país.